En nuestra sección de “Pensando la educación” de los miércoles no podemos hacerle caso omiso a lo que esta sucediendo desde hace unos días en Buenos Aires: la toma de colegios.
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La toma de colegios se da por parte de los estudiantes (en apoyo con muchos padres de estos), y básicamente lo que se reclama es la aplicación de la reforma a la secundaria poreña, por la ley de educación nacional. Apelando a que bajo esta reforma se quitan de los programas de estudio materias básicas como historia, y no se tratan temas mas pertinentes como es el estado de los edificios institucionales; muchas veces en condiciones pésimas.
Desde hace más de una semana varios colegios se encuentran tomados: Colegio Normal Superior Mariano Acosta, Lenguas Vivas, Normal 1, Normal 11, de Arte Riogelio Yrutia, y instituciones preuniversitarias como el Pellegrini o el Nacional de Buenos Aires.
Las tomas abarcan varias acciones, como cortes de calle, asambleas, marchas, y obviamente el hecho de que durante esos días en los establecimientos no se den clases.
Muchos sostienen que hay cuestiones políticas detrás de estas acciones, otros, en cambio, afirman que quizás es el único modo para que los adolescentes sean escuchados.
toma-de-colegios-1770676h430¿Qué opinar? Bueno las tomas de colegios no son nuevas, ya desde hace varios años, que se ven como una acción o modo que tienen los adolescentes para que sus voces sean escuchadas, y generalmente estas se despiertan cuando hay cuestiones estructurales que afectan directamente al sistema educativo.
Estar de acuerdo o no con estas acciones es bastante complicado, por mi parte creo que lo estoy por una parte pero por otra no. Veamos me parece bien que los jóvenes se manifiesten, y debemos preguntarnos si estos no deben ser más escuchados, ya que muchas veces en cuestiones que los afectan ellos son ignorados, al igual que sus pensamientos u opiniones.
Por otra parte no sé si la toma en sí es la mejor opción, si bien a veces hay que llegar a estos extremos para ser tenidos en cuenta, quizás una asamblea, una marcha o clases al aire libre, donde se tomen parte de las horas para debatir que herramientas utilizar y porque es la lucha, sería una mejor opción. Claramente si no hay clases durante varios días, también se autoafectan ellos mismos.
Mi parte que se opone es cuando ocurren actos de agresión, o de vandalismo debido a esta toma, por ejemplo, alumnos del Nacional escribieron pintadas en los pisos de una iglesia contigua, y quemaron sillas del lugar. Ante estos actos me opongo rotundamente, ya que: si nos manifestamos porque el otro es “facho” y no escucha mis opiniones, ¿no lo es también que yo tome actitudes violentas cuando el otro piensa algo diferente?. La cuestión es simple: hay que dar el ejemplo de lo que no queremos que nos hagan, y eso muchas veces no se cumple.
Finalmente se encuentran las políticas educativas, que muchas veces dejan bastante que desear, tomando decisiones erradas y no escuchando lo que los jóvenes o docentes quieren.
Como podrán ver la toma de colegios encierra una trama compleja de relaciones y de acciones que se entremezclan: juventud, política, educación; lo que si de algo estoy segura: si los modelos pedagógicos y educativos, las condiciones edilicias serían buenas y los sueldos docentes también, estas cosas no sucederían.