Una placa metálica delgada puede ser utilizada como superficie de transferencia de calor entre dos fluidos que circulan a ambos lados de la misma. Agregando dos placas más a ambos lados y manteniéndolas unidas por medio de juntas de un material elastómero puede construirse un equipo de intercambio de calor. El conjunto se mantiene apretado por medio de dos marcos con tornillos pasantes capaces de ejercer la presión necesaria para mantener unidas las placas. La separación entre placas será lo suficientemente pequeña (unos pocos milímetros) de modo de lograr una alta velocidad de flujo y un alto coeficiente de intercambio de calor.
Un intercambiador de placas simples, como el descripto, está muy limitado respecto de los caudales de fluido que pueden manejar y respecto de las superficies de transferencia que pueden lograrse; ya que no sería práctico aumentar indefinidamente el tamaño de las placas cuando los requerimientos de caudales y cantidad de calor a transferir se hacen mayores.
Una forma de lograr un mayor área es aumentando el número de placas y logrando que ambos fluidos recorran los espacios adyacentes entre placas. Este equipo de denomina intercambiador de placas y juntas o placas y marcos.
Este equipo consiste en un paquete de placas metálicas provistas de juntas elásticas, que se encuentran alineadas suspendidas de un bastidor y comprimidas entre dos marcos o cabezales rígidos. Las placas se encuentran igualmente espaciadas entre sí, dejando en el medio un espacio libre por donde circula el fluido; estos espacios, denominados canales, son del orden de 5 milímetros.
Los fluidos ingresan al equipo por las bocas de entrada que atraviesan los cabezales, pasando a los conductos colectores. Desde estos colectores el fluido ingresa a los canales de intercambio según un cierto esquema de distribución según la configuración de las juntas. Puede lograrse una circulación en contracorriente o en paralelo, según la configuración de las juntas.