Cuando hablamos de Alfonso X el Sabio debemos remitirnos a pensar en el rey de Castilla y de León, hijo de Fernando III el Santo. En 1292 sucedió a su padre en el trono, realizando innumerables labores desde muy pequeño como, por ejemplo, la conquista del Reino de Murcia en 1241, o la paz con Jaime I de Aragón.
El Rey Alfonso X
Alfonso X el Sabio fue quien impulsó la Reconquista tras la toma de plazas como Jerez, Medina-Sidonia, Lebrija, Niebla y Cádiz, en 1262. Además fue quien logró la sublevación de los musulmanes de sus reinos, promovida en 1264 por los reyes de Granada y Túnez.
Entre las tantas obras que llevó adelante Alfonso X el Sabio, también logró volver a poblar Murcia y la Baja Andalucía, además de continuar el avance frente a Islam y el paso hacia el norte de África. Fue reprimiendo rebeliones interiores, como por ejemplo, la producida en Vizcaya en 1255.
Por ser hijo de Beatriz de Suabia aspiró a la coronación imperial de Alemania, logrando en 1257 el apoyo de países como Sajonia, Brandeburgo, Bohemia y algunas ciudades italianas. Pero fracasó tras encontrarse ante la oposición del papa y renunció, finalmente, en 1276.
Un conflicto sucesorio se desató tras las contradicciones de Alfonso X el Sabio: había promulgado las Partidas, las cuales debió sucederle el hijo mayor de Alfonso de la Cerda. Pero, tras la muerte del mismo, Alfonso de la Cerda prefirió declarar heredero a su segundo hijo, Sancho IV, y seguir así la tradición castellana.