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Biografía de Juan XXIII

juan_xxiii_2Hoy estamos aquí para hablar sobre la biografía de Juan XXIII, un gran pontífice romano nacido en 1881, cuyo nombre de pila real es Angelo Giuseppe Roncalli. Su familia, campesina con raíces católicas, atravesó una gran etapa de austeridad y crisis económica que lo llevaron a él a encarar la vida de otro modo.

 

Quién fue Juan XXIII

Estudió latín para seguir el legado de su padre con el viejo cura Cervico, vecino del pueblo. Pero la realidad es que nunca lo interiorizó como hubiese debido. Nunca pudo hablar otro idioma que no sea el natal, aunque con los años necesitó ampliar su repertorio de idiomas.

A los once años de edad ingresó al seminario de Bérgamo, lugar donde preparaban niños y adolescentes para su paso al sacerdocio. Y ahí mismo, con su corta edad, comenzaría a escribir lo que después se convirtió en el más destacado de sus libros: Diario del Alma. Hoy día es un testimonio fantástico que resalta cuestiones de su vida personal, sentimientos y reflexiones.

Para 1901, Juan XXIII pasó a ocupar su lugar en el seminario mayor de San Apollinaire, buscando continuar con su carrera eclesiástica. Aún así, ese mismo año se vio obligado a dejar lo que le gustaba para abocarse al servicio militar, experiencia que no le resultó de agrado en lo más mínimo pero que sí le sirvió para aprender a convivir con hombres totalmente diferentes a él en pensamiento y forma de ser.

En agosto de 1904 fue nombrado sacerdote luego de haberse graduado como doctor en Teología, donde conoció a Radini Tedeschi, quien marcó un antes y un después en su vida eclesiástica. Tedeschi se vio interesado en Juan XXIII y no dudó en nombrarlo secretario personal cuando, al mismo tiempo, fue nombrado obispo de Bérgamo por el papa Pío X. Así fue como obtuvo su primer cargo importante.

Ahora sí se encontraba totalmente encaminado en lo espiritual. Luego de haber ascendido, comenzó a enseñar la historia de la Iglesia, dio clases de Apologética y Patrística, escribió varios opúsculos y viajó por Europa. Siempre bajo la sombre e inspiración de Tedeschi, claro.

En 1914, Juan XXIII se vio devastado por una serie de hechos dramáticos que le quitaron la felicidad. Por un lado, la muerte repentina de su superior Tedeschi; creía que no sólo había perdido un amigo y guía de su profesión, sino que a la vez el mundo estaba quedando sin la presencia de un gran hombre. La Primera Guerra Mundial fue también un hecho devastador para Juan XXIII; retrasó todos sus proyectos y su formación, pero aún así él estuvo dispuesto a mantener la calma y paz de la Iglesia.

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Tiempo después, durante la Segunda Guerra Mundial, logró mantenerse firme en su puesto de delegado apostólico, viajando a Estambul y Atenas para brindar palabras de aliento y consuelo a familias víctimas de la contienda. Y es una realidad el hecho de pensar que si Atenas no fue atacada, todo se debió a la presencia del legado artístico y cultural de Juan XXIII.

Más tarde, fue finalmente nombrado nuncio en París por el papa Pío XII. La misión era delicada y nada fácil, pero él nunca renunció a nada de lo que se le proponía. Para 1952, el mismo papa lo nombró patriarca de Venecia, y al año siguiente, el presidente de la República Francesa le entregaba la birreta cardenalicia.

Juan XXIII no para de triunfar y brillar en todo lo que emprendía como mandatario de la Iglesia. Lo que más llamó la atención fue su elección como papa tras la muerte de Pío XII: desde los primeros días de pontificado comenzó a comportarse como nadie lo esperaba, y no dejó de sorprender un minuto.

Adoptó el nombre de Juan XXIII, que además de parecer vulgar, remitía a un famoso antipapa. Dio como pontífice un nuevo planteamiento al ecumenismo católico con el Secretariado para la Unidad de los Cristianos, abriendo nuevas perspectivas a la vida de la Iglesia.

Tenía como premisa fundamental poner al día la Iglesia, adecuar su mensaje a los tiempos modernos enmendando pasados yerros y afrontando los nuevos problemas humanos, económicos y sociales. ¿Cómo lo logró? Dotando a la comunidad cristiana de dos herramientas fundamentales: las encíclicas Mater et Magistra y Pacem in terris.

Juan XXIII falleció en el año 1963 dejando un legado extraordinario en sus palabras:

Elaborar una nueva Teología de los misterios de Cristo. Del mundo físico. Del tiempo y las relaciones temporales. De la historia. Del pecado. Del hombre. Del nacimiento. De los alimentos y la bebida. Del trabajo. De la vista, del oído, del lenguaje, de las lágrimas y de la risa. De la música y de la danza. De la cultura. De la televisión. Del matrimonio y de la familia. De los grupos étnicos y del Estado. De la humanidad toda.