La capa de ozono es la región de la atmósfera que constituye la pantalla de los rayos ultravioletas tan nocivos para cualquier forma de vida, antes de que lleguen a la tierra. Cualquier reducción substancial en la capa de ozono podría amenazar la vida tal y como la conocemos. Así, la aparición a mediados de los años 80, de un agujero negro sobre la Antártida, dio lugar a una importante crisis ambiental.
El ozono es un gas que está presente en pequeñas concentraciones por toda la atmósfera. Si todo el ozono se trajese a nivel del suelo, la capa de ozono puro alcanzaría solo 3,5 milímetros de espesor. Debido a los vientos estratosféricos, el ozono es transportado desde las regiones tropicales a las polares; es por ello, que en Ecuador se tiene menor cantidad de ozono protegiendo la vida. Además, según la estación del año, la concentración de ozono varía notablemente.
El agujero en la capa de ozono en la Antártida fue descubierto por Joe Farman y sus colaboradores en la estación de observación British Antartic Survey. Este grupo de investigadores registró los niveles de ozono sobre esa región desde 1957. Se encontró que en el periodo Septiembre – Noviembre, se alcanza la disminución máxima de ozono. A mediados de los años 80, la pérdida de ozono en primavera en ciertas altitudes sobre la Antártida fue completa, dando lugar a una pérdida de más de un 50% de la cantidad total del ozono. El área promedio cubierta por el agujero de ozono fue aumentado substancialmente, superando hoy en día al tamaño del continente norteamericano.
Con el fin de descubrir por qué cada primavera se formaba el agujero en la capa de ozono, se organizó una expedición a la Antártida. Se encontró que la contaminación por cloro era la causante de la reducción del ozono. Como consecuencia, se generó una conciencia a nivel mundial para reducir los niveles de cloro de manera progresiva.