Domingo temático en Neet y vamos a hablar de Revoluciones. En el campo de la salud hay infinidad de revoluciones, ya que cada vez que se descubre algo, implica una modificación en los preceptos que antes se tenían. Por ejemplo si se descubre la cura contra una enfermedad que no tenía tratamiento es una revolución. Así ocurrió con el descubrimiento de la Penicilina, primero porque logró combatir muchas enfermedades que hasta entonces no tenían cura y llevaban a la muerte de las personas afectadas y, segundo, porque abrió la puerta para encontrar muchos otros compuestos con propiedades similares, dando inicio a la era de los antibióticos.
La penicilina es un antibiótico, es decir, un compuesto capas de actuar frente a las infecciones producidas por bacterias. Fue descubierto por un bacteriólogo británico, Alexander Fleming, en 1928 mientras estudiaba el comportamiento de unas bacterias llamadas estafilococos dorados. Una de las placas había sido contaminada con un hongo, el Penicilium notatum, y había lisado (matado) a las bacterias allí presentes. De esta manera se advirtió el poder bactericida de este hongo relativamente común.
Si no fuera por este descubrimiento, muchas enfermedades infecciosas seguirían sin poder ser tratadas, como la sífilis o la gonorrea, entre otras. Así que agradezcamos a Fleming porque si bien el hallazgo fue casual, como ocurre con la mayoría de los grandes descubrimientos, él supo advertir una irregularidad en el curso habitual de sus placas de cultivo bacteriano dando así origen a la revolución antibiótica.
Por último, les dejo un vídeo muy informativo en relación al tema que les recomiendo mirar.