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El Imperio Bizantino

Del mismo modo en que hace un tiempo hablábamos del Imperio Azteca, hoy nos competa hablar del Imperio Bizantino, o Imperio Romano de Oriente. El mismo tuvo sus orígenes en el año 395 d.C cuando el emperador Teodosio dividió el Imperio Romano en dos: Oriente y Occidente. Este último fue destruido por los germano algunos años más tarde, mientras que el Imperio de Oriente logró sobrevivir a los ataques. Perduró por casi diez años, hasta que en 1453 los otomanos ocuparon Constantinopla, su capital.

Los bizantinos fueron siempre quienes incentivaron a las demás razas al progreso religioso, económico y cultural; lograron fusionar la cultura griega y romana, los elementos religiosos cristianos y paganos, y las costumbres occidentales y orientales. Cuestiones que habrían resultado casi imposibles en otras épocas, y hasta incluso en la actualidad.

Los bizantinos se consideraron a sí mismos como romanos, a pesar de hablar en griego, herederos del imperio. Por eso fue que a Constantinopla se la conocía también como la Nueva Roma. Veamos un poco de la historia del Imperio Bizantino.

  • Constantinopla

En la actualidad, esta ciudad recibe el nombre de Estambul. En sus orígenes, fue construida por el emperador Constantino -aproximadamente año 330-, sobre la antigua ciudad griega de Bizancio. En muy poco tiempo logró construir una ciudad con arquitectura y tamaño similar a Roma, a la cual decidió llamar Constantinopla.

La misma se ubicó entre el Mar Negro y el Mar Mármaro. Gracias a ello, como debes imaginar, el comercio era muy amplio pues el intercambio de mercadería que se daba a través de los mares era de excelencia. Eso le permitió ser una de las ciudades más pobladas del momento (sólo Bagdad pudo igualarla en ese aspecto).

En el siglo V, a modo de protección de la ciudad, Teodosio II construyó un muro triple de 12 metros de altura. La misma recorría un total de 19 km. y constaba de 96 torres, desde las cuales los soldados bizantinos podían estar atentos a los enemigos y defenderse en caso de ataque.

  • La historia del Imperio

Tras caer el Imperio de Occidente, los bizantinos estabas creídos de que su propio Imperio dominaba todo el Mediterráneo. Fue Justiniano, precisamente, quien buscó las formas posibles de restaurar la grandeza del viejo Imperio. Él llegó al trono en el año 527, habiendo recibido durante su infancia y adolescencia una excelente formación militar. Cuando acceder al trono, el Imperio Bizantino incluía, todavía, la Península Balcánica, Asia menor, Siria, Palestina y Egipto. Aún así, él era partidario de que el mundo cristiano debería tener sólo una única autoridad política: el emperador bizantino. Con este pensamiento, y la ayuda que recibió de algunos generales, Justiniano se fue apoderando de territorios del norte de África, Córcega, Cerdeña y las Islas Baleares. Además, pudo conquistar Italia y Sicilia, en ese tiempo dominadas por los ostrogodos.

Con el paso del tiempo, Justiniano buscó reformar el Imperio Bizantino: acomodó la administración general y central, clasificó y editó las leyes romanas y redactó un código donde incluyó todas las constituciones de su época. Logró también mejorar la hacienda pública y la recaudación de impuestos, buscando siempre una agudeza social y militar eficiente.

Justiniano muere en el año 565, culminando con él los períodos más brillantes del Imperio Bizantino debido a las pérdidas de posesiones que se fueron dando luego. Los bizantinos debieron afrontar el avance de los ávaros, eslavos y búlgaros sobre su territorio. Los persas también buscaron la forma de ir introduciéndose cada vez más en las provincias orientales del Imperio. Así fue como en el siglo XI la situación estaba del todo complicada; los turcos lograron apoderarse de Asia Menor, y así fue como se produjo la caída del Bizancio, en 1453, cuando los otomanos ocuparon Constantinopla.

  • Organización política

El Imperio Bizantino tuvo siempre una organización política sólida y efectiva. Constituía una monarquía teocrática, donde el emperador era considerado Dios en la Tierra y, por ende, lo más valioso del Imperio; jefe de la Iglesia y encargado de nombrar, como tal, a los patriarcas.

El emperador era también jefe absoluto en cuestiones administrativas, así como también del ejército. Contaba, para llevar a cabo su labor, con tres instrumentos fundamentales: la burocracia civil (funcionarios profesionales de la administración política), el ejército (soldados de diversas nacionalidades) y la iglesia bizantina (subordinada por el emperador).

  • La religión

La sociedad era muy religiosa. Sus actividades cotidianas estaban siempre ligadas a la religión. Se podía ver como los pleitos y las querellas envolvían a la población, generando grandes problemas políticos. Por ejemplo, el monofisismo era una corriente religiosa que consideraba que Cristo poseía una sola naturaleza divina, haciendo frente a la doble naturaleza que planteaban los cristianos: humana y divina.

Esta corriente religiosa se impuso notablemente en Siria y Egipto, los cuales fueron abriéndose del Imperio hasta su completa separación. Así fue como los árabes pudieron conquistar el territorio.

Otra querella se originó en el Siglo VIII, promovida por los iconoclastas, quienes sostenían que las imágenes religiosas eran supersticiosas debido a que, a través de las mismas, no se adoraba el Dios verdadero sino a la imagen representada a través del dibujo. Esta corriente, además, buscó disminuir el poder económico y social de los monjes de la época.

  • La economía

Bizancio fue, durante diez siglos, uno de los centros económicos más importantes del mundo. La economía era más bien agraria, estando las propiedades agrícolas en manos de la Iglesia y de la aristocracia. Existieron también pequeños propietarios que, con el tiempo, fueron desapareciendo.

A pesar de ser la actividad agraria la que marcó un gran avance económico, los bizantinos no descuidaron las actividades artesanales ni el comercio, que era mayormente internacional. Gracias a ello, y a su ubicación geográfica, en los mercados de Constantinopla era posible encontrar productos provenientes de diversas zonas como, por ejemplo, China, Persia y España. La moneda bizantina, el bezante, fue aceptada en todos los mercados de la Edad Media, hasta el siglo XI donde comenzó a circular la moneda internacional.

  • Cultura de síntesis

La cultura de este Imperio fue muy llamativa debido a la posesión de elementos grecorromanos, orientales y cristianos. Las obras más importantes de la época se recopilaron en escuelas y universidades, como las de Atenas o Constantinopla, y en monasterios como, por ejemplo, el de Athos en Grecia.

En cuanto a cuestiones arquitectónicas, los bizantinos llamaron mucho la atención en la construcción de sus Iglesias, donde utilizaron pechinas para las cúpulas y planta de cruz griega. La Iglesia de Santa Sofía de Constantinopla fue una de las más novedosas, y en Italia, la basílica de San Marcos.

  • La decadencia del Imperio

En el siglo XI, la invasión turca privó a Bizancio de Asia Menor, una de las zonas más ricas del Imperio. Fue a partir de ese momento que el Imperio Bizantino comenzó a vivir una lenta decadencia que se desató en una crisis agraria y comercial.

La ruina del estado bizantino se hizo muy visible; los territorios se vieron debilitados por las grandes potencias, hasta que finalmente los otomanos invadieron las tierras. En 1453, los turcos tomaron Constantinopla y para ese momento, el Imperio ya estaba reducido casi a la mitad.