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El telescopio

Un telescopio muy moderno

El telescopio es un instrumento óptico que sirve para ampliar las imágenes de los cuerpos celestes. Una lente, o un espejo, llamada objetivo, proporciona una pequeña imagen real de dichos objetos. Esta imagen es menor que los objetos mismo y se agranda por medio de una lente llamada ocular.

Hay dos tipos de telescopios ópticos: uno, de refracción, que posee como objetivo una lente convergente que da una imagen real. Se llama de refracción porque los rayos de luz se refractan al pasar por el objetivo.

El otro tipo es de reflexión; en este caso, el objetivo está constituido por un espejo, y la luz que entra en el telescopio es reflejada por la superficie de aquél.

La capacidad de un telescopio para mostrar dos objetos muy próximos entre sí, como dos imágenes separadas, se denomina poder resolutivo. Cuanto mejor sea el aparato, tanto mayor sea su poder resolutivo, esto se logra aumentando la abertura por donde entra la luz.

Una desventaja del telescopio de refracción radica en que la luz pierde algo de su energía al atravesar el denso material de la lente; en un espejo aquella solo en cambio se refleja perdiendo menos energía. En los siglos XVII y XVIII se emplearon con preferencia los reflectores, después los refractores, y posteriormente otra vez aquellos al extenderse las observaciones a regiones cada vez más distantes.

Los telescopios se distinguen de los anteojos terrestres porque su ocular da una imagen invertida de los objetos. En los modernos resulta corriente fotografiar una estrella en lugar de mirar a través del aparato.

Los telescopios resultan tanto más poderosos cuanto mayor es el diámetro del objetivo, es decir, cuanto mayor es su superficie y , por ende, la cantidad de rayos luminosos que recibe.