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Enrique VIII de Inglaterra

Perteneciente a la dinastía Tudor, el rey Enrique VIII de Inglaterra ha sido reconocido más por sus seis esposas que por su trayectoria y logros en el reinado. Se lo suele recordar por engañar a sus esposas o ejecutarlas, por querer tener hijos varones en quienes perpetuar la dinastía o, simplemente, por su gran fortuna.

 

Quién fue Enrique VIII

Aunque la vida de Enrique VIII fue atractiva y como tal merece ser conocida, no podemos dejar de remarcar la poca incidencia histórica que tuvo su reinado. Fue desligado de Roma y pasó a ser cabeza de la Iglesia de Inglaterra, eliminando allí las órdenes religiosas e incautando sus bienes. Las riquezas obtenidas durante ese tiempo fueron tales que la industrialización y el desarrollo de la marina inglesa se vieron muy favorecidas, así como el poder fortalecido. El poderío militar y comercial se ampliaría con miras a la era isabelina, y en política exterior supo Enrique VIII mantener muy bien el equilibrio de las potencias europeas, sacando a la luz su gran poder como estadista.

Enrique VIII de Inglaterra tenía tan sólo nueva años cuando comenzó a asistir como infante a los desposorios de su hermano mayor Arturo, Príncipe de Gales. Todo parecía indicar que sería él quien heredaría el trono de su padre, Enrique VII, quien buscaba en esos tiempos lograr una alianza con España para asegurar su progreso. Pero cinco meses después de haberse casado, Arturo moría víctima de una gripe aguda a la que los médicos no pudieron asistir. La salud de su padre hacía ruido y su único hijo sobreviviente era Enrique VIII, quien todavía no había alcanzado la mayoría de edad como para hacerse cargo del reinado. Asimismo fue declarado sucesor en previsión de cualquier contingencia pues no le faltaba entendimiento ni estabilidad política.

Tras fallecer Enrique VII en 1509, Enrique VIII de Inglaterra ocupó el trono destinado a su difunto hermano, con tan sólo 17 años de edad. Dos meses después de estar a cargo del reinado, se casó con Catalina de Aragón, cinco años mayor que él y ex mujer de su hermano fallecido. Así se consagró como la primera de sus seis esposas.

Ya casado, Enrique VIII se empezó a interesar por la consciencia y a considerar que el origen de su maleficio estaba en la Biblia: «No debes descubrir la desnudez de la mujer de tu hermano». El matrimonio con su cuñada no había sido tan válido entonces, sino más bien prohibido; Catalina estaba maldita y era preciso deshacerse de ella.

Tiempo más tarde entró en escena Ana Bolena, noble inglesa proveniente de Francia quien había regresado en 1522 a la corte como dama de la reina Catalina. Su atractivo despertó pasiones en los hombres del reino, entre lo cuales se encontraba Enrique VIII, quien se encargó de obstaculizar su boda con el lord Henry Percy. Asimismo, Ana no estaba preparada para convertirse en amante; ella quería ser reina y no tardó en conseguir que Enrique VIII se enamorara de ella.

Lo sucedido entre Catalina de Aragón y Ana Bolena fue clave en el reinado de Enrique VIII de Inglaterra. Los rumbos que tomó el país corrieron en dirección diferente a lo que se esperaba; el Acta de Supremacía creó una Iglesia anglicana desligada de la católica y sometida a la autoridad real. La monarquía se enriqueció con los beneficios obtenidos con la venta de los bienes eclesiásticos, abriendo esto una etapa de prosperidad económica que favoreció a la industrialización y permitió llevar adelante la creación de una poderosa flota marítima que se convertiría en la base del posterior poderío militar y comercial.

El reinado de Enrique VIII de Inglaterra se caracterizó, pues, por un fortalecimiento de la autoridad real. Se llevó a cabo la consolidación del Parlamento como órgano representativo del reino. Las campañas de gran victoria contra Escocia en 1512-1513 y en 1542-1545 fueron otros de los puntos claves en el reinado de Enrique VIII, pero eso no bastó para unificar a Gran Bretaña bajo su poder. Durante esos años, Inglaterra incrementó su protagonismo en Europa, gracias a una política exterior dominada por la búsqueda del equilibrio entre las potencias continentales: primero luchó contra Francia, de la cual surgió la alianza con Carlos V y Francisco I.