A la hora de llevar adelante un proceso de extracción sólido – líquido, debe determinarse también la temperatura. Por lo general, se desea realizar la lixiviación a temperaturas lo más elevadas posible. Ya que, una temperatura elevada produce una mayor solubilidad del soluto en el disolvente y, en consecuencia, concentraciones mayores finales en el licor de lixiviación. A temperaturas elevadas la viscosidad del líquido es menor y mayores las difusividades lo que incrementa la velocidad de la extracción.
En algunos casos de productos naturales, las temperaturas muy elevadas pueden producir la extracción de cantidades excesivas de solutos indeseables o el deterioro químico del sólido. En estos casos, debe tenerse en cuenta la temperatura máxima que soporta el sólido sin deteriorarse para trabajar en temperaturas cercanas pero inferiores a la misma.
Por último, debe tenerse presente siempre la temperatura de ebullición del disolvente, para utilizar temperaturas inferiores a la misma.