El lavado de manos es una práctica que se conoce desde mucho tiempo atrás. Fue Semmelweis quién advirtió que las manos de los hombre que realizaban autopsias sobre los cadáveres después trasmitían los gérmenes a las parturientas al asistir los nacimientos, generándose en la mayoría de los casos la muerte de la madre por infección. Es así que se descubrió que si los médicos se frotaban las manos con cal clorada no contagiaban los microorganismos a la madre y disminuia entonces la mortalidad.
A pesar del conocimiento de esta práctica y de las investigaciones que se han hecho a lo largo de los años certificando que el lavado de manos disminuye impresionantemente la adquisición de infecciones, principalmente en los medios hospitalarios donde abundan los gérmenes más virulentos y donde el médico puede facilmente contagiar a un paciente con el gérmen del último paciente que reviso si es que no práctico el lavado de manos adecuado.
Por eso es que considero que es imprescindible aumentar la concientización a este respecto y una de las formas, por supuesto, es implementar el lavado de manos en la escuela y proponerlo como práctica educativa.
Existen diferentes tipos de lavado de manos:
– Lavado de manos común: se hace con agua y jabón, dura unos pocos minutos y elimina principalmente la suciedad de las manos.
-Lavado de manos antiséptico: se hace con soluciones especiales como yodopovidona (Pervinox) que son antisépticos y eliminan la flora transitoria de las manos, es decir los microorganismos que se se encuentran de forma pasajera sobre nuestra piel. Se realiza con una suave fricción y de manera breve. Es el lavado más importante para prevenir las infecciones nosocomiales.
-Lavado quirúrgico: implica la utilización de agua y algún jabón antiséptico, se fricciona sobre manos y antebrazos durante por lo menos 5 minutos y se enjuaga luego con agua. Es el que deben realizar todas aquellas personas que participan o intervienen en actos quirúrgicos.