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Lectura sobre el dia del trabajador

El pasado primero de Mayo fue el Día del Trabajador. Acá en NeetEscuela ya te hemos explicado por qué se celebra dicho día en todo el mundo, por lo que la idea de hoy es compartir una lectura que nos invite a reflexionar y tomar consciencia del mundo en que vivimos y de lo que el trabajo, esa palabra que a veces tanto odiamos y muchas veces amamos, significa para él.

Recuerdo que en mi pasaje por la secundaria una frase llegó a mí que me hacía mucho ruido: «El Trabajo Dignifica». Seguramente ya la has escuchado y no sea algo nuevo para vos, pero… ¿te has puesto a pensar realmente lo que significa? Seguramente habrás visto a tu viejo o a tu vieja llegando a casa con cara de cansados y hartos de estar ocho horas afuera y a puro cansancio. Seguramente hayas oído del algún accidente en el trabajo, o de maltratos de algún tipo. Y, pese a todo eso, a vos te dicen «el trabajo dignifica». Entiendo la confusión. De todos modos, ¿no te has puesto a pensar qué pasaría con tus viejos si no tuvieran trabajo? ¿Sus personalidades serían la misma? ¿Sus ambiciones serían distintas? ¿Tendrían un mejor bienestar físico y mental? ¿Se sentirían parte del mundo? Por todas estas preguntas te invito a leer este texto (no de mi autoría) que, pese a que parece un poco extenso, es muy claro y simple para que podamos entender el verdadero significado de lo que es tener trabajo:

«Con el trabajo expresamos lo que sentimos, lo que anhelamos, podemos manifestar nuestras ideas, desarrollamos la creatividad y los conocimientos que tenemos y cada vez más nos convertimos en seres humanos importantes para nuestra familia así como para la sociedad en la que vivimos.

El trabajo es un medio que tiene el hombre para alcanzar su desarrollo personal, el de su familia y el del conjunto social en el que vive (trabajar en supermercados, en hospitales, en oficinas, en bancos…). Es un derecho básico del ser humano, que le permite crecer con dignidad.

Desde que el hombre es hombre debió trabajar para subsistir. En sus inicios, quizás su labor se limitara a la caza y a la pesca, tareas a las que con el tiempo le fue agregando variedad en función de mejorar su calidad de vida.

Así habrá descubierto la agricultura para comenzar a trabajar la tierra y obtener de ella numerosos frutos, y con el correr de los siglos diversos desarrollos comenzaron a significarle mayor trabajo pero también mayor bienestar: con varias ofertas de trabajo construyó viviendas, creó medios de locomoción, se organizó en sociedad y continuó trabajando para dotar a estas sociedades de renovados beneficios y continuar aportando a su bienestar.

Desde la educación familiar los padres tienen que ir enseñando a los hijos desde muy pequeños, a realizar y comprender las virtudes y valores humanos del trabajo, preparándoles para el futuro, cuando tengan que trabajar en los estudios, en la empresa o en la sociedad.

Pueden empezar mandándoles pequeñas actividades y responsabilidades, dentro de la casa, para que se vayan acostumbrando a obedecer y a sentir la satisfacción del trabajo bien hecho. Así cuando llegue la hora de trabajar profesionalmente, tendrán ya la costumbre convertida en hábito y posteriormente en virtud y sabrán organizar y administrar el tiempo, para poder hacer lo que sea necesario, sin poner pretextos para no cumplir con sus obligaciones.

El verdadero trabajo de los hijos dentro de la familia es estudiar, ayudar a los padres y a sus hermanos, también ayudar a los familiares y amigos. Deben esforzarse en prepararse muy bien para el futuro, aprovechando todos los medios a su alcance, procurando siempre recorrer una milla de más, en las obligaciones.

El trabajo del estudiante es estudiar, hacer lo que le manden sin tratar de esquivarlo o buscando disculpas, incluyendo las tareas para después de la escuela.

Los padres deben inculcarles a los hijos que se puede y deben trabajar bien, aunque el resultado no sea bueno, ya sea por una equivocación involuntaria o por causas que no dependen de uno mismo y que hay que tratar de superar las contrariedades, en vez de rebelarse contra ellas.

El trabajo debe estar bien realizado, a conciencia, con la mejor perfección humana posible, con sentido de responsabilidad, con amor y perseverancia, sin abandonos ni ligerezas, con empeño y constancia, con rigor, con calidad humana y poniendo todo el esfuerzo
necesario.
En el trabajo deben tenerse en cuenta, el buen cumplimiento de todas las obligaciones familiares, profesionales, religiosas y sociales. l

El buen trabajador es diligente y no se precipita

El que es laborioso aprovecha el tiempo, que es oro, hace lo que debe y está en lo que hace, no por rutina, ni por ocupar las horas, sino como fruto de una reflexión atenta y ponderada.

Nunca se debe aplazar lo que cuesta hacer, ni dar prioridad a las cosas que gusten más o exijan menos esfuerzo. No se debe dejar el trabajo para mañana, si se puede hacer hoy. No debe dejarse llevar por la falsa excusa de la comodidad, conformándose con lo que basta hacer, para salir del paso, dejándonos arrastrar por razonadas sinrazones, para estar mano sobre mano. Después no debe extrañarnos si nos llaman vagos, informales, frívolos, desordenados, perezosos o inútiles.

La virtud y valor humano del trabajo, puede perderse si se descuida la atención al detalle o a las cosas que no le gustan al que lo hace, como la puntualidad al comenzar y terminar el trabajo. No basta querer hacerlo bien, sino que hay que saber hacerlo bien, ya que siempre requiere preparación, competencia, no sólo técnica, sino moral, humana y religiosa.

No basta la “buena voluntad” o la rectitud de intención, para ser un buen médico o una buena ama de casa, sino que se requiere, conocimientos mejorados continuamente y poseer y aprender a practicar, las virtudes y valores humanos para desarrollarlos con sinceridad veracidad, ecuanimidad y serenidad.»

Y, si aún así, no estás de acuerdo con esta lectura, te invito a seguir este link para leer un texto que dice todo lo contrario.