Ayer nos despertamos con la noticia de que el Fiscal Nisman, quien estaba a cargo del caso AMIA, aquel atentado a la mutual Israelita Argentina en 1994 que dejo 85 personas muertas, apareció muerto en su departamento de Puerto Madero.
Natalio Alberto Nisman hace años que investigaba el caso AMIA, y fue quien en 2006 acusó al gobierno Iraní de planificar el atentado y al Hezbollah de ejecutarlo. Al correr los años la justicia no vino, los iraníes acusados nunca fueron “atrapados” y este fiscal sigui con sus investigaciones, sospechando que algo raro habría detrás de todo esto.
Los avances en su investigación acentuaban una grave denuncia, ya que denunciaba a funcionarios Kirchneristas –incluso a la propia presidenta de la Nación- de haber encubierto a los autores del atentado, a cambio de hacer negocios con el estado de Irán.
El día que lo encontraron muerto –aparentemente se suicidó- era el día en que iba a ir al Congreso de la Nación para comunicar esta denuncia, por eso y porque muchos dudan de la verdadera causa y motivo de su muerte, su fallecimiento causo gran conmoción en el país.
Ahora queda que la verdadera justicia llegue y actué y se investigue si fue un suicidio o un suicidio inducido, o si es peor aún, lo mataron.
Cosas como estas hacen tambalear nuestra democracia, nuestras creencias en un país más justo y democrático, vertiendo sobre todo el pueblo un sentimiento de miedo e incertidumbre en la que una vez más, el ciudadano común es al que más se le esconde.