La historia de la escuela media en Argentina plantea diferencias profundas con la escuela primaria, que desde el comienzo fue pensada para todos con el fin de homogeneizar una población. Esta es una deferencia sustancial ya que la escuela media al principio estaba pensada para formar las clases dirigentes, para facilitar el ingreso a la universidad. Era fundamentalmente para unos pocos, la burguesía argentina.
En el transcurso de la historia hubo quienes vieron la necesidad de cambiar estos fundamentos, es el caso del Inspector Ernesto Nelson, en la zona de la Plata que en la década de 1910 abogó por una diversidad de recorridos.
Siempre el centro de los debates esta en las cuestiones de para quien estaba destina la escuela media, sus fines y objetivos. Hoy en día la escuela media ya no es la representación del viejo Colegio Nacional o la escuela Industrial. Se han abierto diferentes alternativas y modalidades.
Con la decisión de obligatoriedad de la escuela media, se abren nuevas cuestiones e interrogantes. Cambia el sentido de la escuela media. Se abren muchas cuestiones para darle sentido a la escuela que estos jóvenes esperan. Porque las brechas sociales siguen existiendo, y las diferencias se profundizan.
Es necesario hacer hincapié en estas diferencias, los estudiantes son distintos, entonces se necesita una escuela media diferenciada para atender a la diversidad de condiciones de vida, de cultura, de expectativas, de intereses y demandas de las nuevas generaciones. Esta obligatoriedad pautada en la ley cambia el sentido, ya no seleccionará a los mejores. Hoy todos deben empezar y terminar el secundario. Entonces es necesario que toda la sociedad deba reflexionar y buscar el sentido de la educación.
Es trabajar sobre el problema, entre todos, padres, docentes, políticos, alumnos. Examinar la lógica interna de la escuela media, el modelo, la organización de si misma. El horizonte para el que forma, como se escribe en la cultura, que selecciona, que enseña, que incluye y que excluye. Es necesaria una revisión profunda para no caer en el facilismo de culpar a los jóvenes por su fracaso escolar cuando la escuela no convoca ni completa sus expectativas.
Vía: Monitor