Un fluido es una sustancia que se deforma continuamente bajo la acción de un esfuerzo de corte (tangencial). No resiste de forma permanente la distorsión, las capas se deslizan unas sobre otras hasta que alcanza una nueva forma. Durante el cambio de forma existen esfuerzos cortantes, cuya magnitud depende de la viscosidad del fluido y de la velocidad de deslizamiento, que desaparecen al alcanzar una nueva posición de equilibrio.
Todos los fluidos están compuestos de moléculas a constantes movimientos; pero lo que interesa es el efecto promedio o macroscópico de muchas moléculas. Es por ello que se considera a la materia como continua y así realizar los cálculos matemáticos considerados en la mecánica de fluidos.
Se considera que cada propiedad del fluido tiene un valor definido en cada punto del espacio; la densidad, la presión y la temperatura se consideran como funciones continuas de la posición y del tiempo.
Para poder aplicar los modelos matemáticos continuos se debe poder suponer a las propiedades como un promedio estadístico de los valores de la propiedad para las partículas individuales. Para ello, se debe tomar un volumen, conocido como volumen crítico, lo suficientemente grande como para que la propiedad resulte del promedio estadístico de la propiedad de la partícula (se debe poder generar un valor reproducible) pero lo suficientemente chico como para que los cambios macroscópicos no la afecten. El orden de U* es del camino libre medio de las moléculas L^3 (depende de la presión), que es el camino que recorre una molécula entre choque y choque.