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Por qué los monos no pueden hablar

Cuando hablamos de animales nos referimos a ellos tal cual son. Por ejemplo, si hacemos mención a los monos, nos referiremos a individuos propios de las diversas especies de simios superiores, como gorilas, chimpancés y orangutanes, y no a los de nuestra especie que se comportan como tal. Y siguiendo entonces el ejemplo de estos animales, haremos nuestro enfoque hoy en analizar (o contar) por qué los monos no pueden hablar, siendo que son nuestros simios antecesores. Veamos.

Por qué los animales no hablan

Desde hace varios años, científicos especializados en el tema han intentado enseñar a hablar a los chimpancés, considerado que son los simios con mayor inteligencia. Y no sólo por ello, sino también por compartir un gran porcentaje genético con nosotros, los seres humanos. Claro está que, por sus características fisiológicas, el aparato fonador de estos animales no se asemeja en lo más mínimos al del hombre; se podría pensar que les falta lo que sí tienen los loros. Aún así, se le podría enseñar el lenguaje signado que utilizan los sordomudos. Y es que aspectos expresivos que los oyentes usamos empleando la entonación, interrogación, enfado, etc. pueden ser fácilmente reemplazados por formas de expresión como, por ejemplo, movimientos de las manos, posición de las extremidades, etc.

Sin embargo, por más de buscar miles de formas de enseñar la lengua humana a los monos, los resultados no han sido del todo positivos. Los chimpancés son muy inteligentes y por ende, capaces de aprender muy rápidamente. Hay monos que han aprendido a relacionar gestos con significados y objetos, y han entablado, además, comunicación con sus cuidadores. Pero eso no es, claramente, hablar. No es más que un reflejo condicionado.

Lo más cercano al habla que se ha logrado en los chimpancés fue que unan dos o tres gestos que simbolizan algo, pero ni siquiera de forma ordenada, lo cual dificulta el entendimiento de quien recibe la información para responder a sus estímulos.

Seguramente te preguntarás, entonces, por qué si siendo tan inteligentes y compartiendo casi el 99% de nuestro código genético, no pueden hablar. Y la respuesta es amplia pero simple. Por un lado diremos que ese 1% de diferencia, aunque parezca despreciable, no lo es si analizamos la cantidad de órganos y procesos del cuerpo humano que están determinados por los genes: el crecimiento, la cantidad y el color del cabello, el color y la forma de los ojos, el hecho de tener dos extremidades superiores y dos inferiores, el hígado, los pulmones, el corazón, las uñas, la digestión, etc. Todas esas características están dictadas por nuestro propio código genético, y es eso lo que nos distingue de los monos; de lo contrario, seríamos iguales. Un mono y una persona desnudos, para un observador científico extraterrestre, podrían ser dos animales de especies hermanas, e incluso hasta dos individuos de una misma especie.

Otro error común tiene que ver con una apreciación falsa de la evolución de las especies, porque si un chimpancé es tan parecido, y va justo por detrás de nosotros en la carrera por la superioridad de las especies animales, lo lógico sería pensar que estos animales tienen casi las mismas características que el hombre y que, entonces, serían capaces de desarrollar un lenguaje específico. Pero la realidad es que los humanos no descienden de los chimpancés, sino de diversas especies de animales cuasi humanos que precedieron de la historia de la tierra, como por ejemplo, el australopithecus, el homo erectus o el homo habilis.

Es por todo esto que los monos no pueden hablar, ni podrán hacerlo nunca.