La osteoartrosis o simplemente llamada artrosis es una enfermedad degenerativa crónica que tiene una alta prevalencia en la población. La misma aumenta sustancialmente a partir de los 45-50 y esto se debe a que es una patología que se asocia al envejecimiento, es decir, a la merma paulatina de la función de las diferentes partes corporales.
Por supuesto que no todo el mundo la desarrolla. Existen factores de riesgo, el principal es la edad, también el sexo es determinante ya que es dos veces más frecuente en la mujer que en el hombre, y también hay otros factores que influyen como el peso corporal y la actividad ocupacional.
La causa de la osteoartrosis no se conoce a ciencia cierta pero se sabe cual es su base fisiopatológica, estamos hablando del mecanismo por el cual se produce, y este consiste en un disbalance entre la degradación y la formación de cartílago a nivel de las articulaciones predominando el catabolismo por sobre el anabolismo, dando como resultado destrucción cartilaginosa.
Las articulaciones más afectadas son: en primer lugar, la rodilla, luego las articulaciones de las manos y la de la cadera. Las manifestaciones son básicamente dolor, alteración de la función de la articulación en cuestión o impotencia funcional y, por último, deformidad articular.
Para el tratamiento de este tipo de afección existen medidas no farmacológicas y farmacológicas. Las primeras consisten básicamente en la educación de las personas para no sobrecargar excesiva e inadecuadamente las articulaciones, realización de ejercicio físico adecuado, disminución de peso (esta medida es muy importante, se cree que disminuir al menos 5 kg de peso ya es útil) y también se podría recurrir a las terapias físicas con kinesiólogos de por medio. Por otro lado entre las medidas farmacológicas hay diversos agentes que los podemos dividir en dos amplios grupos: medicamentos que alivian los síntomas y medicamentos que modifican la estructura (por ejemplo, protegen al cartílago de la destrucción). Entre los que alivian los síntomas están príncipalmente los analgésicos como el paracetamol o algunos opiodes y dentro del segundo grupo encontramos el ácido hialurónico, un componente principal de la matriz cartilaginosa, insaponificables de soja, condroitín sulfato y glucosamina, aunque ninguno de estos últimos ha demostrado ser demasiado eficaz. Por supuesto que los mismos deberán ser adecuadamente prescritos por el médico tratando, adecuándolos a la situación particular de cada paciente y previendo el desarrollo de efectos adversos o advirtiendo sobre la aparición de los mismos.
Por último, en algunos casos donde la deformidad es muy grande y el dolor incapacitante, puede ser necesaria la realización de una intervención quirúrgica.