Tuvimos un año muy completo, en donde uno de los platos principales acá en Argentina fueron claramente las elecciones, que se vivieron con mucha intensidad, fanatismo pero, por suerte, con la palabra democracia en cada voto. Llegamos al primer ballottage de la historia de Argentina y finalmente el pueblo eligió. Nuestro voto es obligatorio, universal y secreto. Sabemos que para que llegase a ser «universal» nuestro país y toda la sociedad mundial tuvo que sufrir un rotundo cambio con respecto a los derechos de las mujeres, pero el voto comenzó a ser «obligatorio y secreto» gracias a una ley promovida por un presidente en 1912. ¿Qué fue la Ley Saenz Peña?
Cuando ganó las elecciones con el sistema antiguo, en donde el voto era público y el fraude estaba a la vuelta de la esquina, Saenz Peña prometió cambiar el sistema electoral y así lo hizo. Hasta entonces el empadronamiento estaba en manos de municipios y jueces de paz, lo que llevaba a múltiples modificaciones y manipulaciones para su beneficiencia.
Saenz Peña veía, al promulgar la ley, que había una poca relación entra la política y la sociedad y que, al hacerlo obligatorio, se iba a eliminar la pérdida de legitimidad que había en la elección de un representante al ir poca gente a votar.
El voto secreto, por otro lado, se implementó con la utilización de un cuarto oscuro y desde entonces no hemos dejado de utilizarlo. Esta idea venia de la mano con que los electores dejaran de ser presionados a la hora de votar, cosa que se sabía que ocurría y con mucha frecuencia.
Ya vivimos muchos años acostumbrados a la democracia y a nuestro sistema electoral del voto secreto, obligatorio y universal, pero siempre hay que apreciarla, informarse y tomar consciencia del trabajo social que conllevó a que nuestros derechos se cumplan.