Del mismo modo en que hemos hablado sobre el Rey David y Alejandro Magno, hoy nos toca contarte quién fue Calígula. Se trata de un emperador romano -más precisamente el tercero en la lista de los conocidos-, hijo de Germánico y Agripina, nacido en Antium. Su fama de malvado lo ha ubicado en un sitio no del todo agradable con el paso de los años, y en ello se han basado los historiadores al momento de reconstruir su historia. Hoy la recapitularemos nosotros en un breve síntesis.
Tras la llegada de Calígula al imperio, la simbología del lugar se vio modificada por la incorporación de elementos helenístico-orientales que buscaban embellecer su reinado. Momentos previos a su ascenso al trono, el emperador se vio en la obligación de dar señales alarmantes a sus fieles educando una semiente para el imperio que inmediatamente lanzaría un veneno.
Calígula era un hombre de aspecto aterrador, con intenciones siempre de asustar a todos los que lo rodeaban. Día a día buscaba la forma de llevar a la realidad uno de sus deseos: «Que me odien, mientras me teman». Y seguido de esto es necesario aclarar que el emperador se volvió consciente de su patología mental, esquizoide, lo cual lo llevó a pensar seriamente en la posibilidad de retirarse del poder imperial y dejar su cuerpo en manos de quienes pudieron ayudar a salvar su vida.
Al momento de asumir su poder como emperador, teniendo tan sólo 23 años de edad, Calígula sacrificó 160 mil animales a modo de agradecimiento por lo sucedido. En correspondencia a ello, el pueblo romano lo adoraba pero, con el paso del tiempo, la situación comenzó a mostrar una grieta difícil de cerrar: Calígula gastó todo el tesoro heredado de Tiberio y era necesario buscar la forma de tapar el agujero con nuevos y costosos impuestos de los que nadie se salvaba. Impuso un canon a los alimentos, a los juicios, los mozos de cuerda, a las cortesanas e incluso, a todos aquellos que tenían en mente contraer matrimonio.
Su enfermedad fue agravándose y así fue como todos los dieron por perdido, a pesar de haber tenido una inesperada recuperación. En consecuencia de ello tenía siempre un humor variable y caprichoso, presentaba delirios frecuentemente y algunas quimeras en relación al dinero. También formaba parte de su esquizofrenia su desinterés por los autores contemporáneos: Homero, Virgilio, Tito Livio y otros. Calígula nombró como heredera de todas las riquezas a su hermana y esposa pues la enfermedad parecía ser definitiva.
A continuación huyó de Roma y no paró hasta Siracusa. En su regreso todo parecía haber empeorado, sobre todo su enfermedad, la cual fue desgastándolo poco a poco hasta causar su muerte. Todos quedaron ante la expectativa de lo que hubiese pasado en caso de haber vivido más años -murío de joven- y continuado con el reinado del imperio.