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Quién fue el Rey David

Cuando hablamos del Rey David tenemos que remitirnos a pensar, rápidamente, en el Antiguo Testamento y sus relatos, que aparecen de manera específica en los libros de Samuel, Reyes y Crónicas. Hoy estamos aquí para contarte quién fue el Rey David, cuyo nombre significa Amado.

 

Segundo Rey de Israel

Siendo el menor de ocho hermanos, hijo de Isaí, y nieto de Rut y Booz, se convirtió en pastor de Belén desde muy joven tras dedicarse al cuidado de los rebaños de su padre. Fue adquiriendo cierta popularidad gracias a sus aptitudes musicales y su valentía tras enfrentarse al gigante Goliat.

Cuando su reputación fue incrementándose, desde la corte lo convocaron para cumplir el rol de escudero de Saúl, el primer rey de Israel. La gran fama de David despertó la envidia del monarca, quien tomó la decisión de expulsarlo de la corte.

 

 

Tras haber sido despedido, el Rey David pasó el siguiente período de su vida en el exilio, comandando una banda de guerreros que cobraban tributo a los terratenientes de Judá. Con el paso del tiempo comenzó a estar al servicio de Akis, el rey de la ciudad filistea de Gat, quien como recompensa lo nombró gobernador de Siquelag.

Pero, tras la muerte del rey Saúl, David regresó a su país natal y fue inmediatamente coronado rey de Judá en Hebrón, gobernando allí hasta el año 993 a.C. En su período de gobernación derrotó a filisteos, moabitas, arameos, idumeos y amonitas, logrando así la independencia de Israel y ampliando sus dominios.

Entre sus principales conquistas podemos mencionar la fortaleza de Sión, convirtiéndola en núcleo de Jerusalén en muy poco tiempo. , convirtiéndose así Jerusalén en un centro religioso y político de gran envergadura.

No podemos decir más que el Rey David fue un guerrero valiente y gran líder con fuerza religiosa. En el Antiguo Testamento (y también en el Nuevo) se habla de Mesías como hijo de David, aunque algunos especialistas indican que esta relación es aún dudosa. Y es David es venerado hoy como profeta en todo el mundo.

CON mi voz clamé á Dios, A Dios clamé, y él me escuchará.

Al Señor busqué en el día de mi angustia: Mi mal corría de noche y no cesaba: Mi alma rehusaba consuelo.

Acordábame de Dios, y gritaba: Quejábame, y desmayaba mi espíritu. (Selah.)

Tenías los párpados de mis ojos: Estaba yo quebrantado, y no hablaba.

Consideraba los días desde el principio, Los años de los siglos.

Acordábame de mis canciones de noche; Meditaba con mi corazón, Y mi espíritu inquiría.

¿Desechará el Señor para siempre, Y no volverá más á amar?

¿Hase acabado para siempre su misericordia? ¿Hase acabado la palabra suya para generación y generación?

¿Ha olvidado Dios el tener misericordia? ¿Ha encerrado con ira sus piedades? (Selah.)

Y dije: Enfermedad mía es esta; Traeré pues á la memoria los años de la diestra del Altísimo.

Acordaréme de las obras de JAH: Sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas.

Y meditaré en todas tus obras, Y hablaré de tus hechos.