
El rey vikingo Ragnar Lodbrok
Para algunos, héroe… Para otros, villano. Pero un villano muy valiente, muy valorado en la tradición escandinava como un rey guerrero, osado y sanguinario que tuvo en jaque a la Europa del Siglo IX, sobre todo a países como Inglaterra y Francia. No obstante eso, su vida continúa siendo objeto de discusión entre los historiadores de la actualidad ya que son pocos los datos que concretos que se conocen sobre él.
Todo parece indicar que cuando los nórdicos comenzaron a narrar la saga de Ragnar, aproximadamente 200 años después de su muerte, varios hechos podrían haber sido utilizados en relación a los miembros de su familia, creando de este modo diversas historias. Aún así, la opinión más aceptada es que sí existió.

Los pocos años de edad de Ragnar, y la poca experiencia que tenía no fueron un impedimento para que gobernara con sabiduría y justicia, tal como su padre le habría indicado. Fueron varios los que quisieron aprovecharse de su minoría de edad, tratando de invadir sus tierras y haciéndole frente como si fuese un niño. Todo eso lo llevó a atravesar varias hazañas y a consagrarse como héroe para muchos de los habitantes del lugar. De hecho, él mismo se creía descendiente directo de Odín.
A partir de ese momento, la figura de Ragnar comenzó a llenarse de magia y misterio; comenzaron a surgir cuento e historias sobre su accionar. Y no tardó en subir al trono para convertirse finalmente en rey, tras la muerte de Sigurd. Así fue como el héroe comenzó a volar mucho más allá de sus sueños, hacia lugares que le podrían proporcionar tierras, recursos y oro.
Fue así como los barcos vikingos comenzaron a marchar hacia tierras inglesas. Empezaron a ocurrir saqueos que costó que cesaran; Ragnar, gran estratega, preparaba su ataque en momentos de celebraciones religiosas, con el objetivo de tomar a los soldados por sorpresa en momentos de rezo. Su fama comenzó a crecer, y no tardó en conocer a su primer mujer, Lagertha, en una de las tantas expediciones que llevó adelante. Él la consideraba como «una mujer experta en la guerra que, llevando en la virginidad un coraje viril, luchaba la primera entre los más prestos, sueltos los cabellos sobre los hombros». Se enamoró más rápido de lo que pensaba y no paró hasta llevarla al altar.

Según cuenta la historia, Lagertha se unió a Ragnar en sus travesías, siendo de gran ayuda en el ataque a Noruega. No es seguro que hayan tenido hijos juntos, pero sí se sabe que su relación terminó cuando Ragnar decidió volver a dedicarse al saqueo y al pillaje, cansado de luchas y batallas en sus propias tierras.
Rápidamente apareció otra mujer en su vida: un noble de Gotlandia ofrecía la mano de su hija, Thóra, y una buena suma de oro a quien lograra acabar con una serpiente gigante que aterrorizaba a su reino. Claro que Ragnar no dudó en acudir al lugar donde se encontraba el dragón, venciéndolo con un arma que él mismo había creado ya to dejando a todos sorprendidos.
Del mismo modo fueron apareciendo muchas otras mujeres en la vida de Ragnar, como Kráka, con quien tuvo varios hijos: Ívar, Björn, Hvítserk y Rögnvald, quienes se convirtieron en guerreros y grandes viajeros.
Después de haber pasado por Francia, finalmente Ragnar emprendió el que sería el último de sus viajes. En el año 865 decidió partir hacia Northumbria, noroeste de Inglaterra, al mando de dos grandes barcos, diferentes a sus clásicos vikingos. Tras llegar a las costas del lugar, perdió a muchos de sus hombres a causa de un gran temporal. No tardó en decidir que él debía continuar y avanzar para atacar, sin dar tiempo a la reacción.

“Las víboras clavaron sus horribles aguijones; Los reptiles anidaron en mi corazón Pero pronto, lo juro, la vara de Vider se clavará en el pecho de Ella. La ira de mis jóvenes hijos crecerá, al escuchar como murió su padre; Estos muchachos valientes nunca en paz descansaran, hasta que yo sea vengado.”“Cese mi dolor! Escucha una voz del lugar donde las almas marciales reposan; Escucho doncellas de la matanza llamar a quienes me conducirán al palacio de Odín. Viviendo en sus moradas pronto beberé la bebida de los dioses. Las horas de la vida han pasado; Muero, pero muero sonriendo.”
Y así sucedió: el rey Ella fue derrotado y apresado por los hijos de Ragnar, habiendo sido sometido al «Águila de Sangre», en el cual al prisionero se le abría a hachazos la carne de la espalda, hasta formar algo parecido a dos alas de águila.