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Quién fue San Agustín

A lo largo de estas líneas te contaremos hoy quién fue San Agustín, datos precisos de su vida y obras de gracia más significativas.

 

Quién fue San Agustín

Nacido en Tagaste, África, San Agustín fue uno de los máximos exponentes del pensamiento cristiano, convirtiéndose en un signo clave de acceso a la salvación por los caminos de la racionalidad.

Hijo de Patricio y Mónica, fue educado por ellos en su religión aunque no llegó a ser bautizado. De niño, según cuenta en sus escritos, era irascible, soberbio y díscolo, aunque con dotes de grandeza que llamaban la atención del pueblo y su entorno. Agustín se hizo cargo de sus propios estudios con el objetivo de saber y conocer siempre un poco más, aún prefiriendo pasar tiempo jugando con otros mozalbetes. Tomó clases de gramática en su municipio, estudió las artes liberales en Metauro y después retórica en Cartago.

Con tan sólo 18 años de edad, Agustín forma pareja y tiene un hijo, Adeodato. Pero su afición por conocer siempre un poco más continuó; tal es así que dedicó parte de su tiempo al teatro y otras cuestiones culturales de la época.

 

 

Su primer acercamiento a las escrituras no fue del todo positiva; de hecho acentuó gran desconfianza hacia la fe impuesta y no fundada en la razón. Los intereses primordiales de Agustín estaban centrados en el campo de la filosofía, donde encontró su lugar.

Uno de los aspectos más relevantes de la vida de San Agustín tuvo que ver con su adhesión al dogma maniqueo, su preocupación por el problema del mal que duraría toda la vida. Los maniqueos presentaban dos sustancias opuestas, una buena (la luz) y otra mala (las tinieblas), eternas e irreductibles. Por eso él consideraba preciso conocer el aspecto bueno y luminoso que cada hombre posee y vivir de acuerdo con él para alcanzar la salvación.

 

En el año 384, San Agustín ingresa en Hipona de Milán como profesor de oratoria. Fue allí donde leyó incesablemente los clásicos, profundizó en los antiguos pensadores y devoró algunos textos de filosofía neoplatónica. Así fue como empezó a cambiar su idea acerca de la esencia divina y la naturaleza del mal. Partiendo de la idea que «Dios es luz, sustancia espiritual de la que todo depende y que no depende de nada», San Agustín comprendió que las cosas derivan todo su ser de Dios, de manera que el mal sólo puede ser entendido como pérdida de un bien, como ausencia o no-ser, en ningún caso como sustancia.

 

 

Dos años más tarde se mantuvo firme en la idea de haber recibido una señal divina y decidió retirarse con su madre, su hijo y sus discípulos a la casa de su amigo Verecundo, en Lombardía, donde San Agustín escribió sus primeras obras.

En el año 387 se hizo bautizar para consagrarse definitivamente al servicio de Dios. En 388 regresó de manera definitiva a África. Años más tarde fue nombrado sacerdote en Hipona por el obispo Valerio, quien le encomendó la misión de predicar entre los fieles la palabra de Dios. 

Valerio muere en el año 395 y San Agustín fue nombrado obispo de Hipona, desde donde proyectaría su pensamiento a todo el mundo occidental. Dedicó numerosos sermones a la instrucción de su pueblo, escribió Cartas a amigos, adversarios, extranjeros, fieles y paganos, y al mismo tiempo que escribía una de sus obras filosóficas más importantes, se consagró como pastor, administrador, orador y juez.

En 410 cae Roma en manos de los godos de Alarico y se acusó al cristianismo de ser responsable de las desgracias del imperio. San Agustín respondió rápidamente frente a ello y no de buen modo. Durante los últimos años de su vida asistió a las invasiones bárbaras del norte de África. Al tercer mes del asedio de Hipona, cayó enfermo y murió.

Entre los libros más destacados de San Agustín podemos nombrar: losSoliloquios, las Confesiones y La ciudad de Dios, todos extraordinarios testimonios de su fe y de su sabiduría teológica.