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Química en acción – Rosas que cambian de color

¿Cómo funciona un extintor? ¿Por qué el nitrógeno líquido puede achicar un globo inflado? ¿Cómo creamos tinta invisible? ¿Cómo reconocemos un huevo duro de uno crudo? Estos y muchos más misterios de la química y la física se resolverán en esta nueva sección de “Química en acción”. Hoy construiremos veremos la forma de cambiarle el color a una rosa.

Para este experimento necesitaremos: una rosa blanca de tallo largo (preferentemente que sea un pimpollo), un vaso largo o florero y tempera o acuarela anaranjada (o del color que más les guste).

El procedimiento es muy sencillo. Se llena el vaso o florero con agua. Se coloca la rosa en su interior (preferentemente debe conseguirse que la rosa sea más larga que el florero) y se agrega la tempera o acuarela (en una cantidad considerable). Se ubica el florero cerca de una ventana para que reciba luz y aire y se deje reposar por un par de días. A medida que pasen los días podremos observar que la rosa va tomando un color anaranjado.

La explicación de este experimento está relacionada con la capilaridad, propiedad de los fluidos que les permite, debido a su tensión superficial, subir o bajar por un tubo capilar. Los tallos, raíces e hojas de las plantas, cuentan con miles de tubos capilares; característica que les permite captar los nutrientes presentes en el suelo y transportarlos por toda la planta por medio de los tubos y el líquido que recorre por ellos.

Esta rosa, captará el líquido en el cual está sumergido y por medio de la capilaridad, el colorante llegara a la flor cambiando su color.