Saltar al contenido

Residuos tóxicos y radiactivos

En “Residuos peligrosos” se clasificaron los residuos en inflamables, corrosivos, reactivos y radiactivos. En esta oportunidad se desarrollan los residuos tóxicos y radiactivos.

Los residuos tóxicos son aquellos que causan un deterioro en la salud humana o de otros organismos, cuando entran en el organismo vivo. Las especies más problemáticas son los metales pesados, los pesticidas organoclorados, los disolventes orgánicos y los PCBs.

Como ejemplo de la magnitud del problema de la gestión de los residuos de las sustancias tóxicas, puede considerarse el PCBs que aún hoy están presentes en transformadores y en tubos fluorescentes. Si bien cada fluorescente contiene solo 20 gramos de PCB líquido, la cantidad de fluorescentes utilizadas a nivel mundial es enorme. Se ha demostrado que esta sustancia es causante de cáncer y en animales de laboratorio ocasiona problemas reproductivos. Así pues, la recogida final, y la disposición de PCBs es una tarea que se deberá realizar durante varios años y costará mucho dinero.

Por otra parte se tienen los residuos radiactivos que surgen principalmente de las plantas de energía nuclear. Si bien esta energía constituye una fuente de energía apreciable para algunos países, científicos y políticos no han consensuado aún el mejor procedimiento para el almacenamiento y el desecho de los residuos generados en estas plantas. Inicialmente las barras de combustibles gastadas eran almacenadas bajo agua fría, durante varias décadas, hasta reducir significativamente el nivel de radiactividad y la temperatura de las mismas. Luego estas barras se trasferían a un almacenamiento seco. La mayor parte de los planes de disposición de residuos nucleares asumen que el material debe encapsularse e inmovilizarse en vidrio o cerámica, para luego enterrarse a bastante profundidad en contenedores de cobre o titanio construidos para resistir cientos de años. Las características geológicas de estas sepulturas deberían incluir una alta estabilidad (resistentes a terremotos y actividad volcánica) y baja permeabilidad para asegurar una mínima interacción con el agua subterránea. El depósito subterráneo es uno de los pocos métodos que no compromete a futuras generaciones con la responsabilidad de la gestión y control.