Tradicionalmente se consideraba al ambiente como fuente de recursos naturales y sumidero de desechos; sin tener en cuenta que los bienes son agotables y que un consumo sin moderación tiene como consecuencia costos elevados.
Hoy en día, se reconocen cuatro funciones principales estrechamente vinculadas entre sí; que le dan un lugar de mayor peso al ambiente en el que vivimos. Las nuevas funciones son:
*Función regulatoria: Establece que el ambiente sostiene los sistemas básicos vitales como los bosques, los océanos, la atmósfera, entre otros.
*Función productiva: Considera los aportes que hace el ambiente y que contribuyen directamente a las actividades económicas (petróleo, minerales, leña, entre otros).
*Función soporte: Considera que el ambiente y los recursos naturales, tales como el aire limpio y el agua dulce, contribuyen directamente a la calidad de vida, como por ejemplo, la salud.
*Función informativa: Valora al ambiente como un recurso recreativo.
La sostenibilidad de la vida solo será posible si se mantienen todas estas funciones y la integridad del ambiente. Considerando las presiones que ejercen las actividades económicas y un conjunto de fuerzas dinamizadoras (incremento de la población) sobre él, es necesario una nueva visión para el desarrollo del hombre que internalice la dimensión ambiental en el proceso de toma de decisiones.
Desde la reforma constitucional del 94, el ambiente empezó a tenerse en cuenta en la Constitución Argentina, y empezó a surgir el concepto de desarrollo sustentable; siendo aquel que permite satisfacer las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas.
El principal desafío para la sociedad y los tomadores de decisión es diseñar, proponer e implementar políticas que promuevan una gestión ambiental capaz de aplicar el concepto de sostenibilidad en la práctica. Para ello, deberá articularse un equilibrio dinámico entre la preservación de los recursos naturales (sustentabilidad ecológica), la promoción de las actividades económicas (crecimiento económico), y la mejora de las condiciones de vida y distribución de los beneficios económicos en la población (equidad social).