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Genéricamente, secado significa la remoción de cantidades de humedad (o líquido a extraer) relativamente pequeñas de un cierto material, por evaporación en una corriente gaseosa; en consecuencia, en cualquier proceso de secado se deben tener en cuenta los mecanismos de transmisión de calor y de transporte de materia.

A modo de diferencia, se entiende por evaporación a la eliminación de cantidades de agua bastante grandes donde la misma se elimina en forma de vapor a su temperatura de ebullición. El proceso abarca la transferencia del líquido desde el sólido húmedo a la fase de gas saturado ejerciendo el sólido a su vez considerable influencia en el proceso.

Puede encontrarse dos mecanismos de secado: secado directo y secado indirecto. En el secado por contacto directo, el calor necesario para la vaporización del agua lo suministra el aire, mientras que en el secado indirecto el calor se suministra por una fuente térmica a través de una superficie metálica en contacto con el objeto a secar.

Un gran número de procesos industriales necesita secar los productos o materias primas; el equipamiento usado depende del tipo de material a secar. Por ejemplo, los requerimientos para el procesamiento de alimentos es más riguroso que el secado de fertilizantes, y el diseño de secaderos para estos propósitos estará determinado por la importancia relativa de factores como sensibilidad térmica, porosidad, densidad de lecho y de la partícula, tamaño de partícula, etc. De hecho, como el producto secado es un producto con valor agregado, su forma, color, estabilidad, firmeza, viscosidad y en general comerciabilidad, dependen del proceso de secado del que fue objeto.