Cada vez más personas acuden a psicólogos, y una de las técnicas más utilizadas por estos es el psicoanálisis. La misma es una técnica utilizada en un principio para el tratamiento de las neurosis, cuyo uso se extendió mas tarde a otras afecciones psiquiátricas.
Al mismo tiempo el psicoanálisis configura una escuela psicológica que ha revolucionado el campo de la salud mental, y ha permitido la comprensión de enfermedades psíquicas cuyos mecanismos eran anteriormente desconocidos.
Su historia se ve íntimamente ligada a la de su creador, el médico Vienés Sigmund Freud. A través de sus estudios, este esbozó una teoría que divide la psiquis en tres áreas: inconsciente, preconsciente y consciente.
El inconsciente es una zona oculta, una especie de “depósito” fuera de nuestra consciencia, y conocimiento donde se encuentran pensamientos, representaciones de objetos y hechos e impulsos de tipo instintivo. Estos instintos, fundamentalmente los sexuales, agresivos y de conservación, que permanecen ocultos, determinan la conducta humana. Ha sido precisamente la importancia otorgada por Freud a la sexualidad, una de las causas que motiva las críticas mas duras hacia su teoría.
Para Freud todos los pensamientos, actos o deseos que causan desagrado o cierto rechazo a una persona son “encerrados” en el inconsciente mediante un mecanismo llamado represión, pero no dejan por esto de influir en la conducta del individuo.
Dentro de estas zonas de límites imprecisos se considera la existencia de tres elementos que actúan en diferentes niveles y son el ello, el yo y el superyó.
El tratamiento del psicoanálisis:
En el método clásico, el paciente se recuesta en un diván teniendo sentado a sus espaldas, fuera de su vista, al analista. Se utiliza entonces la asociación libre, por la que el paciente menciona absolutamente todo lo que pasa por su mente. Los actos y palabras del paciente, así como sus sueños, son sometidos a la interpretación del psicoanalista; quien intentará “bucear” en el inconsciente del psicoanalizado.