Uno de los más grandes investigadores del siglo XIX fue el naturalista inglés Charles Robert Darwin, quien vivió entre los años 1809 y 1882. A los veintidós años fue invitado a participar de un viaje alrededor del mundo con el fin de realizar relevamientos cartográficos, y que duró cinco años. Durante este viaje recogió valiosos datos y demostró dos cualidades que lo distinguieron: su capacidad de observación y su aptitud para conservar materiales naturales. Años más tarde, expresó sus ideas sobre la mutabilidad de las especies vegetales y animales y comenzó a exponer su teoría en un libro: El Origen de las Especies por medio de la Selección Natural. En él, Darwin establece que las plantas y los animales derivan de formas mucho más primitivas, y que están expuestos a una transformación constante para adaptarse al medio y poder sobrevivir como especies. Su teoría de la evolución revolucionó, no sólo las especies naturales, sino todo el pensamiento contemporáneo.
La evolución fue aceptada como un hecho por la comunidad científica y por buena parte del público en vida de Darwin, mientras que su teoría de la evolución mediante selección natural no fue considerada como la explicación primaria del proceso evolutivo hasta los años 1930, y actualmente constituye la base de la síntesis evolutiva moderna. Con sus modificaciones, los descubrimientos científicos de Darwin aún siguen siendo el acta fundacional de la biología como ciencia, puesto que constituyen una explicación lógica que unifica las observaciones sobre la diversidad de la vida.
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