Una cuestión psicológica de gran peso es el complejo de Edipo, el cual puede dividirse en dos tiempos. Hoy hablaremos del primero, el objeto de deseo del otro, del cual podríamos dar miles de ejemplos y todos aclararían el concepto.
Lo que resulta muy importante de destacar es que, para el niño, ese objeto es solamente imaginario. Lacan hace referencia al tercero de la tríada, un orden simbólico que depende de la madre, está detrás de ella; es ella quien da acceso al objeto de deseo del más pequeño.
Creo que para entender en su totalidad el complejo de Edipo hay que comenzar por diferenciar lo que uno puede discutir a nivel estructural; diferenciar lo que el niño puede ir subjetivizando a medida que va creciendo.
Es posible ver hasta qué punto ese niño es capaz de captar un objeto en su dimensión imaginaria; no da cuenta de ese objeto en lo subjetivo. Así es como Lacan habla de un movimiento azaroso de los objetos por parte del niño, los cuales pueden adquirir diversos valores de acuerdo a lo que ese niño pueda otorgar. Es muy variable.
Para explicar cómo se constituye esto, existe un «más allá» de la madre cultural; y ese «más allá», es el papá. Si esto está en funcionamiento, el niño encuentra la solución a todo deseo.