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El tabaco

El tabaco procedente de América, fue introducido en Europa por los exploradores españoles de los siglos XV y XVI. Se emplea en cantidades cada vez mayores, para fabricación de cigarrillos, cigarros (habanos), y para fumar en pipa.

Se conocen muchas especies de la planta del tabaco, pero las dos fuentes principales del producto comercial son la nicotina tabacum y la nicotina rústica, originarias de centro y Sud América. Estas plantas se bautizaron con el nombre genérico de nicotina en honor a Jean Nicot, embajador francés en Portugal, quien las recomendó a la familia real francesa como poseedora de principios curativos.

Durante el siglo XVI, el tabaco se convirtió en un remedio popular contra muchas dolencias, pero su historia se remonta a tiempos más lejanos, ya que los antiguos pueblos originarios de América lo emplearon en ceremonias religiosas y algunas veces con fines medicinales. Más al norte, los indígenas de las praderas acostumbraban en sus ceremonias a fumar “la pipa de la paz” que llegó a constituir una parte muy importante de su civilización.

A partir del 1600 el fumar como placer se extendió con rapidez, a pesar de las severas críticas que en diversos periodos se han formulado contra ese hábito.

Las regiones más adecuadas para cultivar las plantas de tabaco son las subtropicales y las de clima templado. Los tabacos más claro se emplean para la fabricación de cigarrillos, mientras las variedades más oscuras y fuertes se destinan a la elaboración de tabaco de pipa y cigarros.  Las semillas del mismo son diminutas y se siembran generalmente, en semilleros tratados con gran cuidado, con el fin de eliminar las plagas nocivas del suelo. Luego las plantas se trasladan, disponiéndolas en hileras sobre montículos y los detalles de cultivo varían en las diferentes zonas.

Como bien sabemos el fumar tabaco es perjudicial para la salud, y todos los 1 de junio se conmemora el día Mundial sin tabaco, con la finalidad de recordar los riesgos que este hábito conlleva.