El símbolo emblemático de todo Juego Olímpico es, sin dudas, la antorcha que encendida recorre de punta a punta el lugar de juego (y, por ende, el mundo). El pasado mayo vivimos otra edición de Juegos Olímpicos, en el cual la llama ha recorrido un total de 20 mil kilómetros por tierra y otras 10 millas por aire hasta llegar al Maracaná, en Brasil, donde se realizó el acto inaugural. Ahora veremos, a lo largo de estas líneas, cuál es la historia de la antorcha olímpica.
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Significado de la antorcha olímpica
Son muchas las personas que han portado la antorcha en las distintas ediciones de Juegos Olímpicos, desde sus orígenes a la actualidad. La misma va siempre acompañada, no sólo por los deportistas que la portan, sino por guardias que contemplan una cierta seguridad sobre ella.
Seguro te preguntarás por qué tanta precaución durante el ritual, y la respuesta frente a ellos es que desde épocas de la Grecia Antigua, donde comenzaron las clásicas celebraciones de Juegos Olímpicos, que se apagara la antorcha (símbolo de iluminación) era un signo de mal agüero.
De acuerdo a lo expuesto en la mitología griega, Prometeo robó el fuego a Zeus para regalarlo a los mortales; es por este motivo que en la antigua ciudad Olimpia la tradición más peculiar era mantener un altar encendido durante el transcurso de los Juegos Olímpicos para brindar homenaje a los dioses y celebrar sacrificios en su honor. Si el fuego se apagaba, las competencias eran suspendidas.
De allí surgió la tradición de la antorcha olímpica, la cual fue restablecida Ámsterdam en el año 1928 y se mantiene incluso hasta hoy, aunque con algunas características modificadas.