Seguramente a muchos de ustedes, como a mí, les gusta pasar horas metidos en historias que llenan nuestra imaginación. Seguramente también, pasen horas recorriendo librerías y bibliotecas, buscando la próxima novela a leer. Para todos aquellos que nunca les falta un libro en la mesa de luz, llega esta nueva sección. Con los libros de ayer, de hoy y de siempre. Con biografías de autores para conocer un poco a más a los que se encuentran detrás de las palabras. Y con fragmentos y resúmenes de las novelas que les permita su búsqueda hacia lo que más les guste leer.
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“Feliz 53° cumpleaños, doctor. Bienvenido al primer día de su muerte. Pertenezco a algún momento de su pasado. Usted arruinó mi vida. Quizá no sepa cómo, por qué o cuándo, pero lo hizo. Llenó todos mis instantes de desastre y tristeza. Arruinó mi vida. Y ahora estoy decidido a arruinar la suya. Al principio pensé que debería matarlo para ajustarle las cuentas, sencillamente. Pero me di cuenta de que eso era demasiado sencillo. Es un objetivo patéticamente fácil, doctor. De día, no cierra las puertas con llave. Da siempre el mismo paseo por la misma ruta de lunes a viernes. Los fines de semana sigue siendo de los más predecible, hasta la salida del domingo por la mañana para comprar el Times y tomar un bollo y un café con dos terrones de azúcar y sin leche en el moderno bar situado dos calles más debajo de su casa. Demasiado fácil. Acecharlo y matarlo no habría supuesto ningún desafío. Y, dada la facilidad de ese asesinato, no estaba seguro de que me proporcionara la satisfacción necesaria. He decidido que prefiero que se suicide”.
¿Qué pasaría si un día como tantos otros, rutinario, aburrido, reciben una carta mecanografiada sin firmar, invitándolos a suicidarse? Una carta, en donde describan tal cual su día a día. Somos animales de hábitos. Nos movemos siempre por los mismos ámbitos. Hacemos siempre la misma ruta para ir a trabajar. Hacemos las compras siempre en los mismos mercados. Tendemos a llevar una vida rutinaria fácil de adivinar. ¿Cómo se convive con la paranoia de saberse perseguido? ¿De saberse vigilado?.
Esta carta, la recibe un hombre como cualquiera de ustedes. Fredrerick Starks, un psicoanalista reconocido que lleva adelante una vida cotidiana de lo más tranquila. Personaje de este atrapante libro de suspenso psicológico de, en mi opinión, uno de los mejores autores de la literatura de hoy (y de más está decir, mi autor preferido): John Katzenbach. Starks deberá descubrir en menos de quince días el nombre de quien lo acecha, haciendo uso de su inteligencia, memoria y notas de casos viejos. Porque pasado este tiempo, deberá decidir entre suicidarse o convivir con el hecho de que las vidas de sus familiares se ven totalmente arruinadas por el autor de esta carta.
¿Broma de mal gusto? ¿O amenaza latente? Madrugadores abstenerse. “El psicoanalista” los mantendrá despiertos hasta altas horas.