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Métodos de estudio de la célula

Debido a su pequeño tamaño y la complejidad de sus estructuras, resulta muy complicado analizar la composición molecular de las células. El estudio de las mismas dependerá del instrumento que utilicemos, motivo por el cual estamos hoy aquí. A lo largo de estas líneas te contaremos algunos métodos de estudio de la célula que han resultado óptimos tras la incorporación de instrumentos y técnicas que contribuyeron al proceso. Veamos.

 

 

Cómo se estudia una célula

En sus orígenes, la biología celular comenzó por incorporar el microscopio óptico para el análisis de las células, el cual aún es sumamente importante y esencial para cumplir los objetivos que se plantean; además, ha ido experimentando un gran avance gracias a los cambios tecnológicos que permitieron desarrollar el microscopio electrónico y algunas otras variantes.

Otra gran «contra» que poseen las células para aquellos que deben estudiarlas es que, además de ser pequeñas, son incoloras y traslúcidas, por lo que resulta necesario teñirlas con colorantes para que puedan verse a ojo microscópico. Fue esto lo que llevó a que se desarrollaran nuevas técnicas de coloración y preservación de las células.

Si analizamos ahora algunas de las características más relevantes del microscopio óptico, diremos que posee un poder de resolución de hasta 0.2 micrómetros; el ojo humano tiene, por su parte, un poder de resolución de 100 micrómetros, por lo que si observamos dos puntos separados entre sí lo veremos como uno solo. Así, diremos que el poder de resolución se puede definir como la capacidad de mostrar distintos y separados puntos muy cercanos.

El poder resolutivo de cualquier microscopio se encuentra limitado por la longitud de onda que se utilice en un momento determinado. Por ese mismo motivo es que diremos que el límite máximo de resolución de un microscopio se encuentra definido por la longitud de onda de la luz visible, siendo ésta la radiación utilizada.