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Por qué calcularon la velocidad de la luz

Los primeros indicios que se dieron a conocer sobre la velocidad de la luz tuvieron lugar hace algunos años, más precisamente en el año 1675, cuando un astrónomo danés, no reconocido actualmente en el rubro científico, reveló el secreto de Galileo. A lo largo de estas líneas te contaremos hoy por qué calcularon la velocidad de la luz, qué fue lo que llevó a estos genios de la ciencia a pensar en un posible número para otorgarle a dicho fenómeno.

 

Astrónomo Ole Roemer

Podemos decir que Galileo se ha ido convirtiendo en el padre de la física moderna, y no sólo por su gran descubrimiento, sino también por su afinidad con el telescopio, por exponer la primera ley de movimiento y sus posteriores observaciones.

En un primer experimento, Galileo envió a un hombre con una linterna a la cima de una montaña y ubicó a otro, en las mismas condiciones, pero en una montaña diferente, separadas ambas por varios kilómetros. Le indicó al primero que emitiese una ráfaga de luz y, al segundo, que al recibirla devolviese la señal.

Así fue como intentó calcular el tiempo transcurrido entre el primer resplandor y la llegada de la respuesta. Pero no obtuvo resultados muy concretos. Por eso separó aún más a sus ayudantes, pero sus anotaciones no variaban; era necesario contar con un reloj más preciso y una distancia muchísimo mayor.

Dos décadas más tarde, tras la muerte de Galileo, el astrónomo Ole Roemer pudo dar en la tecla para medir con exactitud la velocidad con que viaja la luz. ¿Cómo lo logró? Contemplando al planeta Júpiter y sus cuatro satélites. Algo le llamó la atención después de haber pasado varias horas observándolos: en los momentos en que la Tierra se encontraba en el punto más alejado de planeta brillante, los eclipses lunares ocurrían con cierto retraso. Pero… ¿qué era lo que generaba este retardo?

 

 

Como Roemer observaba desde una distancia mucho mayor, la luz debía atravesar una longitud aún mayor y, por ende, tardaba mucho más tiempo en llegar. Así fue como realizó un cálculo desde el punto de la órbita terrestre más alejado a Júpiter, estimando un número cercano a los 220 mil kilómetros por segundo. Claro que estamos hablando de un hecho ocurrido en el Siglo XVII; el valor aceptado en la actualidad es de 299.792,458 kilómetros por segundo.

El error cometido por Roemer se debió a que, en ese entonces, se desconocían con exactitud las distancias interplanetarias. Pudo comprender, además, que la luz no es instantánea, requiere de un tiempo para propagarse por más de ser muy rápida.

Actualmente, siglos más tarde, la velocidad de la luz continúa generando curiosidad en quienes se dedican a estudiarla.