Pensamos la educación y en esta oportunidad vamos a contar que se vienen los tiempos de exámenes, y con ellos muchas sensaciones que son únicas y que solo sentimos cuando ellos llegan.
Pero pensemos ya no en un parcial, sino en un final… el terror de casi todo estudiante universitario… esa instancia de evaluación que generalmente nos hace sufrir siempre, y bien lo dice le dicho: no importa cuantas veces des un final, vas a sentir los mismos nervios tanto en el primero como en el último.
Ni bien nos predisponemos a inscribirnos en un final comienzan nuestra «montaña rusa de sensaciones». Comenzamos por el típico «hay tiempo…», y así no creemos invencibles, pensamos que tenemos tanto tiempo para estudiar y repasar que cuando llegue ese día vamos a saber tanto que ni nos vamos a poner nerviosos.
Pero pese muy a nosotros el tiempo pasa, y con ello no solo se agotan nuestras chances de estudiar sin parar, sino tambien nuestro optimismo del principio. De este modo cada minuto que pasa nos ponemos mas negativos y mas nerviosos, pero no siempre es así, sino que esto se entremezcla con rachas de positivismo a full donde otra vez pensamos: esta vez clavo el 10….
Esta mixtura de sentimientos a su vez se empiezan a notar en nuestro cuerpo: nos duele la cabeza, se nos cierra el estómago, vivimos pensando en ese bendito momento, y los días siguen pasando…
Y por ahí llega el día anterior, y es ahí donde quisiéramos detener el tiempo, y que mañana nunca llegue. Ya no sabemos que repasar, que leer o que otro método de estudio inventar para que se nos fije todo el contenido de la materia. Es mas, hasta repasamos en nuestra mente y simulamos la situación, imaginándonos que nos va a preguntar el profesor, que nos dirá si respondemos mal, o que haríamos en caso de aprobar o desaprobar…
Y lo peor: la noche antes, esa noche en que no podemos pegar un ojo, en que nos ponemos nerviosos pero a su vez estamos agotados, y es inevitable, y la noche también pasa. Llega esa hora antes, esa hora en que decimos no nos presentamos!, bueno si me presento y si me va mal no pasa nada…, no, mejor no me presento!, y así hasta que vamos a la facultad y ya es todo casi inevitable.
Ni hablar si hay alumnos que rinden antes que nosotros, y el cuchicheo previo donde todos opinan sobre todo y nuestra mente parece un ovillo enredado de ideas… y de pronto el profesor sale y dice nuestro apellido. Y ahí ya la moneda esta en el aire, y que sea lo que sea… pero bueno si desaprobamos no es la muerte de nadie, ahora si aprobamos parece que nos sacamos mil kilos de encima, y ese día nisiquiera podemos dormir de lo exitados que estamos por todos esos momentos vividos, hasta que agarramos el sueño, y dormimos esperando que no llegue pronto otro final…