Las llamadas Villa de emergencia comienzan a crearse en nuestro país en la década del 30, a causa de los hondos problemas y crisis económicas regionales, que como consecuencia trajo aparejado la falta de infraestructuras edilicias para albergar a la cantidad de habitantes existentes en ese entonces; por ende estos espacios nacen con ese fin.
Si bien a lo largo de estos años han tratado de implementarse políticas para mejorar las condiciones de vida de quienes allí residen, no han sido del todo exitosas. Es realmente grave la precariedad de los lugares de asentamiento, que generalmente se construyen en territorios usurpados.; pero lo que mas difícil de “solucionar” son los problemas sociales y culturales que estas generan.
Los problemas sociales que se dan en estos barrios no son para hacer oídos sordos, que pasan tanto por la educación, el trabajo, la salud, las drogas, entre otros. Para muchos la radicación se haría posible cuando la villa pueda integrarse –social y físicamente- a la estructura urbana circundante, para esto sería necesario que las personas tengan viviendas legales, escrituradas y propias; pero lo más complejo de resolver son los trasfondos culturales, sociales, políticos y económico que estas acarrean. Temas como: un trabajo digno, derecho a la educación, erradicación de drogas, educación sexual, son claves a tratar si queremos que las personas que habiten en las villas tengan una vida más digna.
Villas-de-emergencia
Según la Comisión Nacional de la Vivienda, de una población de 110.000 personas que habitan en las villas, el 60% se encuentran desempleado y el 39% gana menos de $300 mensuales.
Una película que trata el tema seriamente, mostrando todas las aristas -mas que complejas- de este tema es “Elefante Blanco”, dirigida por Pablo Trapero en el 2012 y protagonizada por Ricardo Darin.
Vía: Colaboras