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Los sistemas energéticos

Ya hemos hablado, en alguna oportunidad, sobre la energía y su clasificación; también te contamos sobre las diferencias entre la energía solar, eólica e hidráulica, y hasta incluso, hemos mencionado a la pasada cuestiones sobre la energía verde. Todo este de suma importancia para el desarrollo de la vida del ser humano. Lo que nos compete hoy a hablar son los sistemas energéticos del hombre, fundamentales para entender cómo funcionamos.

El continuum energético

Si analizamos en profundidad este tema, podría llevarnos páginas y páginas completas pero, afortunadamente, hemos podido rescatar la información más importante para no hacerlo extenso y que vos puedes conocer brevemente a qué nos referimos cuando hablamos de sistemas energéticos. Veamos.

Para comenzar, podemos decir que lo único que consumen nuestros músculos para poder desarrollar sus funciones de manera correcta es ATP -Adenosina Trifosfato-. Así, se podría pensar que es la unidad básica para contabilizar la cantidad de energía que circula por nuestro cuerpo en un momento específico de trabajo muscular.

El ATP puede ser obtenido de diversas formas, dependiendo siempre de la actividad que te encuentres realizando. Así es como podemos decir que existen, exactamente, tres vías de obtención de ATP en nuestro organismo. Ellas son:

  • SISTEMA FOSFAGÉNICO (ANAERÓBICO ALÁCTICO). Es importante saber, antes de entrar en profundidad en el análisis de este sistema, que los músculos almacenan cantidades pequeñas de ATP y fosfocreatina, la cual se convierte en ATP muy rápidamente. Esta energía que comienza a almacenar nuestro cuerpo es la que luego nos permite realizar movimientos explosivos sin preparación o calentamiento previo. Por ello es que se dice que interviene en momentos donde no hay tiempo de síntesis de ATP a partir de otros sustratos, como lípidos o glucógeno.
    Gracias a la acción del sistema fosfagénico resulta posible realizar actividades intensas sin demasiada disponibilidad de oxígeno. Eso sí, no durante mucho tiempo. El cuerpo aguantará, como máximo, 12 segundos, aunque el agotamiento total puede producirse recién a los 30 segundos. Un buen ejemplo de este sistema podrían ser: velocistas, saltadores, lanzadores, strongman, powerlifter y más.
  • SISTEMA GLUCOLÍTICO -ANAERÓBICO LÁCTICO-. Aquí es importante saber que las fibras musculares del cuerpo humano, así como también el hígado, almacenan glucógeno -glucosa cuando no es necesaria de manera urgente en el organismo-. Cuando se comienza a requerir de cierta energía, el glucógeno se degrada y se convierte nuevamente en glucosa, seguido de ATP, lo cual estaría permitiendo desarrollar actividades intensas, aunque en menor medida que el sistema que presentamos líneas más arriba. Aquí sólo aguantará entre 2 y 3 segundos, sin presencia de oxígeno.
  • SISTEMA OXIDATIVO -AERÓBICO-. Por último nos encontramos con este sistema que, sin duda alguna, es el más querido por todos los atletas. Aquí sí se requiere de oxígeno para desarrollar funciones específicas, pero es capaz de obtener energía a partir de sustratos como, por ejemplo, grasas, glúcidos y proteínas. Es esta la forma más lenta de obtención de ATP, pero la más práctica a la hora de generar energía de manera constante durante varias horas. Los fondistas son el ejemplo más relevante en este grupo

Para ir cerrando podemos decir, entonces, que en nuestro cuerpo humano existen dos sistemas energéticos que funcionan sin oxígeno -anaeróbicos- y sólo uno que funciona a través del mismo -aeróbico-, con diferentes niveles de liberación de energía.