Una caldera consta de un hogar, caldera y recalentador. En el hogar se quema el combustible y los gases calientes producidos ceden su calor a las superficies de la caldera y el recalentador. En la caldera se forma el vapor saturado que pasas al recalentador para aumentar su temperatura y eliminar las gotas que lleva en suspensión.
Para usos en energía se requiere que el vapor esté sobrecalentado. En estos casos, se le suma a la caldera un sobrecalentador que está constituido por un haz de tubos colocado en el pasaje de los gases calientes. Su tamaño varía según la presión, temperatura o tipo de caldera.
Los economizadores aprovechan el calor contenido en los humos de las calderas, para calentar el agua de alimentación.
Otra manera de recuperar calor perdido es con un calentador de aire de combustión. Estos pueden ser de superficie, estando formados por tubos o placas o bien del tipo regenerativo.
La instalación de un economizador o calentador tiene como fin mejorar el rendimiento de una instalación, reduciendo las temperaturas de escape de los gases.
Por último el quemador del combustible que debe implicar un diseño acorde al combustible utilizado para mejorar rendimientos y la seguridad de operación y reducir los costos. Los combustibles líquidos, derivados pesados del petróleo, deben pulverizarse finamente para poder obtener así una mezcla de aire – combustible. En este caso, el quemador debe pulverizar además al combustible. Para un buen funcionamiento, todos los quemadores requieren que el combustible tenga una viscosidad adecuada y que no arrastre basura o suciedades. Cada tipo de quemador necesita además que el combustible le sea entregado a una presión determinada. Esto se obtiene filtrando, calentando y bombeando el combustible, de manera que se eliminen las impurezas. Estos elementos, filtro, calentador y bomba, se ubican y combinan en un solo equipo, formando un conjunto.