Se ha comprobado que el buen estado físico de los edificios educativos influye notablemente en la calidad del aprendizaje de niños y jóvenes que transitan a diario las diversas escuelas.
La distribución de los espacios en las instituciones refleja la consideración que se tiene por las personas y, también las jerarquías.
En toda organización hay relaciones entre el uso del espacio, la valoración de la persona a la que se le destina ese espacio, la jerarquía, la importancia de la actividad. Obviamente, los condicionamientos y el estado físico del edificio escolar influyen de alguna manera en la disposición que uno tiene. Saber que uno tiene un lugar que está en buenas condiciones, que esta cuidado, refuerza la sensación de bienestar y la valoración de lo que ocurre en ese espacio, influye en la autoestima de las personas que utilizan ese espacio.
Si uno está en un lugar cuidado, tiende a cuidarlo; en cambio, si el lugar esta semidestruido y tiene problemas de higiene, cuesta más exigir que lo cuiden y entender por qué hay que cuidarlo.
A veces los alumnos y alumnas piensan que tienen más derecho al uso que obligación de cuidado, el modo en el que chicos y chicas se apropian del espacio escolar está relacionado en cierta media con la concepción de alumno, de estudiante, que tiene cada institución.
Los espacios no son ingenuos, van marcando territorios, limites, valoraciones y posibilidades de acción para las personas.
Con los docentes ocurre algo similar a lo que les pasa a los alumnos, es habitual que haya sala de profesores en las escuelas medias; pero en las primarias, en general, no hay sala de maestros. Ya que el lugar de la maestra es estar en el aula y, si no, estar en el recreo con los chicos, porque ese recreo no es para ella.
En todo lo expuesto anteriormente, se está describiendo la situación actual de la educación y de las instituciones encargadas de la misma.