En las últimas décadas del siglo XVIII y comienzos del XIX, los geólogos comenzaron a estudiar las rocas sedimentarias. Descubrieron que estas tenían diferentes espesores, algunos de magnitudes apreciables y como conocían el ritmo lento con el cual se acumula sedimento en el fono de los mares y lagos, llegaron a la conclusión que debió llevar mucho tiempo el formarlas. Como resultado de sus observaciones dedujeron que la tierra debía ser un plantea extremadamente antiguo.
En los comienzos de 1800, un ingeniero británico llamado William Smith, propuso lo que se dio en llamar la ley de la superposición, que establece que las rocas sedimentarias no redistribuidas los estratos más recientes yacen encima de los más viejos. Fue también el primero en advertir que los fósiles podían ser utilizados para establecer la secuencia o edad de las rocas. Comprobó que si bien algunos de estos se encuentran en muchos estratos de rocas, otros, los fósiles índice, solamente se hallan en uno; por ende al encontrar este tipo de fósiles índices en rocas que están a centenares de kilómetros unas de otras, los geólogos pueden determinar que dichas formaciones tiene la misma edad geológica.
La edad de la tierra fue dividida en 5 eras principales, y cada una dividida en subperiodos y estos en épocas. Las etapas aún menores se llamaron edades, tales como la edad del hielo, que se ubica en el periodo pleistoceno y forma la primera parte de la era cuaternaria.
Muchos nombres elegidos responden a términos latinos o griegos, por ejemplo los 3 eran principales que abarcan los últimos 500 años son la paleozoica, que en griego significa “vida vieja”, la mesozoica “vida media” y la cenozoica “vida nueva”.
En el cuadro siguiente se explican las diferentes eras y sus periodos:
era