Hay dos formas mediante las cuales se puede licuar un gas: enfriándolo (ya que disminuye su energía cinética, las moléculas se acercan y forman las gotas) y aplicándole presión (ya que se reduce la distancia entre las moléculas obligándolas a mantenerse unidas en estado líquido). Inicialmente se creería que esto puede hacerse para cualquier presión y para cualquier temperatura. Pero, esto no es del todo cierto.
Toda sustancia tiene una temperatura crítica, por arriba de la cual la fase gaseosa no se puede licuar, independientemente de la magnitud de la presión ejercida. Ésta es también, la temperatura más alta a la que puede existir una sustancia en estado líquido. Esto quiere decir, que por encima de la temperatura crítica no puede distinguirse un líquido de un gas; se tiene simplemente, un fluido.
La presión crítica es, a temperatura crítica, la más alta presión a la que una sustancia pura puede existir como líquido en equilibrio con su gas. Además es la mínima presión que debe ejercerse para licuar un gas a temperatura crítica.
Diagrama de fases
Por encima de la temperatura crítica, es inútil tratar de licuar un gas, se aplique la presión que se aplique.
Para entender el concepto de temperatura crítica, evaluemos desde el punto de vista de las fuerzas intermoleculares. A temperaturas menores que la crítica, la fuerza intermolecular es suficiente para mantener unidas a las moléculas (con una presión adecuada) en un líquido. Por arriba de la temperatura crítica, el movimiento molecular es tan enérgico que las moléculas son capaces de librarse de esta atracción. Por ende, la magnitud de la temperatura crítica refleja la intensidad de sus fuerzas intermoleculares. Cuanto más alta sea la temperatura crítica de una sustancia, mas fuertes serán las fuerzas de atracción entre sus moléculas.
Presión y temperatura críticas